Un trabajo que busca impulsar la agricultura local, fomentando el cultivo sustentable en el desierto más árido del mundo, es el que realiza desde 2017 la comunidad de Talabre, a través de un proyecto que contempló la entrega de dos invernaderos y capacitación de los comuneros y comuneras, con el fin de generar una fuente agroproductiva local, tanto para consumo propio como para el desarrollo económico de la zona.

La iniciativa, que nació gracias a un trabajo colaborativo entre CONADI, INDAP, SQM y la comunidad, surgió como un programa piloto de cultivos experimentales de frutillas y flores, que desde el primer año contempló asesorías continuas de la mano de un equipo multidisciplinario; lo que permitió adaptar las técnicas de cultivo de la mejor manera a las características del territorio.

Luego, el programa evolucionó para cosechar todo tipo de hortalizas y, desde 2018, se enfocó en desarrollar nuevas capacitaciones con el objetivo de mejorar constantemente sus procesos productivos. Además, durante 2020 se buscó posicionar el proyecto desde una visión sostenible en el tiempo, por lo que se mejoraron las estructuras de los invernaderos, para optimizar el espacio y generar distintas estrategias para el uso eficiente de la energía y el recurso hídrico.

“Llevamos mucho tiempo desarrollando este proyecto que ha dado un giro para cambiar su concepto de implementación a uno más sustentable. Hoy ambos invernaderos son administrados por la comunidad a través de sus capataces, que tienen las dos naves con su producción de hortalizas al 100% y se han adaptado para satisfacer las necesidades de consumo de los vecinos de Talabre”, explicó el asesor agrónomo de la comunidad, Diego Aramayo.

Ambos invernaderos, que anteriormente funcionaban con bencina en sus bombas de agua, hoy cuentan con un sistema de impulsión fotovoltaica que se recarga a través de paneles solares y, que permite realizar riego y control de temperatura de manera automática. “Se hizo una solicitud por parte de la comunidad para que los invernaderos funcionaran con este sistema, lo que permite mayor autonomía, ser más sostenibles en el tiempo y optimizar el uso del agua”, agregó Aramayo.

AGRICULTURA Y PANDEMIA

El proyecto agrícola, que es parte de un convenio suscrito con el programa Atacama Tierra Fértil de SQM, tomó un rol fundamental para la comunidad durante la pandemia, abasteciéndolos con distintas hortalizas como lechugas, acelgas, pepinos, espinacas, rábanos y pimentones.

El técnico agrícola y capataz de ambos invernaderos, Vladimir Armella, destacó la iniciativa señalando que, “este es un proyecto excelente porque tenemos nuestras propias frutas y verduras frescas para consumo. Además, ha sido un beneficio que nos ha favorecido en el tema agrícola, nos ha entregado una fuente laboral y ha aportado al desarrollo económico de Talabre”.

Al igual que Vladimir, Jessica Soza cumple funciones como capataz en los invernaderos y lleva un año trabajando para su comunidad. “Han dejado una muy buena impresión. Hemos instalado una especie de feria en la que cultivamos todo tipo de hortalizas para consumo local”, comentó.

Al respecto, el vicepresidente de Medio Ambiente y Comunidad de SQM Salar, Alejandro Bucher, destacó el progreso de esta iniciativa manifestando que, “estamos muy contentos de continuar aportando a este gran proyecto agrícola que desde 2017 trabajamos junto a la comunidad y que hoy retomamos, para convertirlo en una iniciativa completamente autónoma y sostenible en el tiempo, a través de un sistema de riego solar que fortalecerá el desarrollo agroproductivo y permitirá optimizar recursos tan importantes como el agua”.

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